Jesús es el mejor amigo de todos,
y así los sintieron los apóstolos. Él los acompañó siempre y fue para ellos
consejo, protección, ejemplo de vida, consuelo y salvación. Cuando tuvieron
miedo por como se movía la barca en la tormenta, Jesús calmó los vientos para
su tranquilidad. Cuando ellos estaban agotados por la pesca el los ayudó en su
trabajo y les llenó las redes con pescados. Él les contó todos sus secretos.
Les contó todos lo que sabía acerca de su Padre del cielo. Todo lo compartía
con ellos. Él les enseñó a rezar. Él se puso a servirlos, lavándoles los pies.
Él los corregía suavemente cuando se equivocaban. Él los perdonó siempre. Los
aconsejaba de la mejor manera. Los escuchaba. Los amaba. Y en ese amor es justamente
donde demuestra la perfección de su amistad.
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