Un día, Dios dijo a Abrahán:
-Sal de tu tierra y vete a la tierra que yo te
indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo. Te bendeciré y haré famoso tu
nombre.
Partió
Abrahán, como le había dicho el Señor (Génesis 12,1.2.4).
Una noche, el Señor dijo a Abrahán:
-Levanta tus ojos al cielo y cuenta, si
puedes, las estrellas. Así será tu descendencia.
Creyó Abrahán al Señor, y el Señor lo anotó en
su haber (Génesis 15,5-6)
El Señor se apareció a Abrahán y le dijo:
-Ésta es la alianza que hago contigo: tú llegarás
a ser padre de una muchedumbre de pueblos. Os daré a ti y a tus descendientes
la tierra de Canaán. Yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Guardareis esta
alianza de generación en generación. (Génesis 17,4-9).
Abrahán, ya de mayor, tuvo muna hijo: Isaac.
Con él nació la esperanza de que Dios cumpliría su promesa (Génesis 21,1-8).
No hay comentarios:
Publicar un comentario